¿ Cómo funciona tu mente humana frente a decisiones previsionales complejas ?
Si el monto a deducir por aporte al «Seguro de Retiro y Seguro de Vida» del «Impuesto a los Ingresos de las Personas Humanas y a las Ganancias Empresarias» va a ser modificado, en la medida en que siga descansando en el ahorro individual, los cambios deben hacerse teniendo en cuenta cómo tomamos decisiones las personas.
Un tema que se ha instalado con fuerza en la sociedad y la política nacional es la fragilidad del sistema previsional.
Quien tenga un familiar jubilado o a punto de hacerlo reconoce el problema y desconoce mayormente las opciones y propuestas a las que puede acceder.
Ahora bien, es importante considerar otro aspecto que hasta ahora ha pasado inadvertido y que hace a la relación con la forma en que tomamos decisiones tan complejas como las financieras.
En efecto, puesto que las decisiones son personales en el modelo actual de ahorro individual, por ejemplo en qué instrumento invertir o cuándo cambiarse, malas opciones significarán peores fondos de retiro y un mayor deterioro de vida.
Este no es un asunto trivial, pues cuando se creó el sistema de jubilación estatal o privado, que le otorgaba a los aportantes la libertad para escoger la alternativa que mejor les parezca, se asumía que las personas tomamos decisiones perfectamente racionales en situaciones trascendentes. Pero, ¿es tan así?
La economía conductual estudia hasta qué punto somos racionales en nuestras decisiones; mejor dicho, hasta qué punto podemos realizar cálculos complicados para hacer la mejor elección.
La economía conductual
Sus hallazgos indican que en realidad, enfrentados a decisiones complejas, como las financieras, somos limitadamente racionales.
Es más, los economistas conductuales han identificado una serie de patrones de conducta irracional que explican por qué muchas veces terminamos por arrepentirnos de lo que en algún momento decidimos.
Dejar las cosas para después
Procrastinar, es decir, dejar las cosas para después, es una conducta común cuando nos enfrentamos a una decisión que es complicada porque no tenemos demasiada experiencia en la materia o porque se debe elegir entre muchas alternativas, las cuales son, además, difíciles de comparar.
Procrastinar, es decir, dejar las cosas para después, es una conducta común cuando nos enfrentamos a una decisión que es complicada.
En el caso de un Plan de Capitalización, Ahorro, Seguro de Retiro o Inversión se dispone de una variedad de instrumentos que varían en función de la Garantía o Riesgo y la rentabilidad que ofrecen. Para muchas personas, entender qué significa esta relación más allá de la rentabilidad promedio de cada uno es una tarea ardua. Como una muestra de ello, realizamos una Encuesta de clientes entrevistados en el 2016, sólo un 17% de los encuestados manifestó haber escogido activamente en qué instrumento o plan colocar sus ahorros. Los demás aún no han tomado decisión alguna, no difiriendo está actitud de acuerdo a su sexo y edad.
Opción por defecto: un atajo mental
Justamente, elegir la opción que nos dan por defecto es una de los resultados previsibles en decisiones bajo incertidumbre.
Tendemos a preferir la opción que nos marca un tercero porque tenemos miedo al dolor que provocaría equivocarse por haber escogido otra.
Además, pensamos que después, si así lo consideramos, podemos cambiar de alternativa. Pero a la larga, esa decisión la vamos postergando y el acto de procrastinar se transforma en inercia, la cual está generando una futura generación sin recursos suficientes para enfrentar un digno retiro .
El Asesor Profesional de Masterforum hace ver el problema y colabora para elegir las opciones disponibles.
Por defecto las personas no presentan disponibilidad a ahorrar, prefieren disfrutar del hoy y cerrar los ojos a las necersidades del mañana
En Estados Unidos, para incentivar el ahorro previsional se han desarrollado planes de ahorro voluntario, como el plan 401(k), donde la opción por defecto opera como una suscripción automática y si el trabajador no quiere ahorrar tiene que manifestarlo. El número de trabajadores que decide participar bajo este esquema es mayor al que decide hacerlo cuando la opción por defecto es no participar. Eso es bueno, sin embargo, aunque más personas ahorran, muchas de ellas ahorran menos de lo que ahorrarían bajo la otra modalidad, donde no solo tienen que manifestar si participan en el plan si no también cuánto ahorrarán.
Esto significa que, hipotéticamente, en el modelo argentino, donde el ahorro no es obligatorio, muchas personas podrían ahorrar más del 5% de sus ingresos… pero ya sabemos, la inercia y la complejidad de elegir entre distintas opciones de ahorro extra ponen las cosas nuevamente cuesta arriba.
Conclusión
Si el sistema impositivo va a ser modificado, en la medida en que siga descansando en el ahorro individual, los cambios deben hacerse teniendo en cuenta cómo tomamos decisiones.
Si por ejemplo, se busca incentivar un mayor ahorro individual, podemos pensar en un plan de retiro de empresa donde además del 5% extra que aportaría el empleador, se podría ofrecer una opción simple a cada trabajador de aumentar su porcentaje de aporte sobre cada aumento real de sueldo que experimente en el futuro.
Esta idea aplicada en EE.UU. por los economistas Richard Thaler y Shlomo Benartzi, evita el disgusto de los aportantes cuando ven que el dinero que acumulan se reduce debido a los efectos de inflación.
Como el aumento sería solo condicional al aumento futuro del sueldo, nuestro yo de corto plazo ya no lo percibiría como una pérdida dolorosa y real si no como un precio que pagaríamos para que nuestro yo de largo plazo, el jubilado, pueda ganar un poco más.
¿Extraño? Pues bien, es el mundo de los humanos.
Fuente: Diario Concepción – Cristian S. Soto