Recuerdos de mi niñez
Aún recuerdo cuando era pequeño, la vez que un hombre había visitado a mi padre en casa, ofreciéndole un seguro de vida, su mirada en nosotros, hablaba de su compromiso como padre en protegernos.
Luego al crecer, observaba personas que hablaban de ahorro, cómo podían o qué debían hacer para tener dinero destinado a cubrir necesidades futuras; muchas de esas mismas personas que luego hablarían de sus fracasos en los intentos.
Con el correr del tiempo, comencé a pensar en mi propio futuro, sabía que tenía que estar provisto y resguardado, para cuando mi capacidad productiva llegado ese momento no estuviese respondiéndome; ya sea por mi vejez o por alguna temida incapacidad.
Siempre me pregunté si:
¿ Una persona mentalmente sana planifica fracasar ?¿ Pero cuántos fracasan por no planificar?
Hoy, por suerte el viejo concepto de seguro de muerte ha desaparecido, para dar lugar a un seguro de vida para disfrutar en vida, y también hoy muchos de nosotros tenemos el privilegio de tener salud y posibilidades de proteger a quienes dependen de nosotros, hoy disponemos de una generación de productos en moneda fuerte, garantizados y adecuados a nuestros ingresos para planificar y evitar fracasar.
Una persona toma un seguro de vida porque las viejas formulas ya no dan resultado y porque en ocasiones, los que apostamos al ahorro nos hemos visto defraudados en nuestra confianza.
1 – Vivir más de lo que pensamos en óptimas condiciones.2 – Proteger a nuestros seres queridos, ante una emergencia con nuestros ahorros.3 – Satisfacer las necesidades familiares a nuestra muerte.
Por cierto, si tenemos cubierto el presente y, económicamente el futuro, lograremos disponer del resto para alcanzar proyectos a veces postergados.