17Ene, 2017


Informe los millennials y el seguro
Los millennials son conscientes de que, en el futuro, cuantos más bienes tengan y más responsabilidades asuman, necesitarán contratar seguros.
¿Qué significa para los jóvenes un seguro de vida? ¿Y uno de sepelio?
¿Están preparando el momento de la jubilación? ¿Qué esperan de su relación con el seguro? Muchos son los interrogantes que plantea la llamada generación de los millennials.
Fundación MAPFRE ha realizado una investigación para intentar dar respuesta a estas preguntas.
«Tras la Segunda Guerra Mundial el coche se convirtió en un símbolo de madurez, prosperidad y libertad. Para los jóvenes de todo el mundo, adquirir un automóvil era consi derado un rito de entrada en la vida adulta. Y para las familias, un vehículo era símbolo de estatus y buena vida. Los tiempos han cambiado, sin embargo. El coche ya no es un símbolo de libertad. La aparición de Internet, las tecnologías móviles y las redes sociales han puesto patas arriba la forma en que los más jóvenes interactúan entre ellos y con el mundo».
Esta rotunda afirmación pertenece a uno de los mayores estudios realizados en los últimos años sobre la llamada generación de los millennials: es decir, los nacidos en las dos últimas décadas del milenio pasado y que ahora tienen entre 18 y 33 años. Del estilo de vida que describe el informe se deduce que, en efecto, los tiempos han cambiado mucho. Y van a seguir cambiando.
Las conclusiones de este estudio, encargado por el think tank Frontier Group en Estados Unidos, se repiten en todas las investigaciones similares. Los
millennials son retratados como jóvenes muy preparados aunque con difícil acceso al empleo, individualistas, narcisistas, pero a la vez muy sociables
y preocupados por causas como el medio ambiente y la sostenibilidad.
Pero sobre todo lo que destaca sobre cualquier otra característica es su condición de nativos digitales: usan continuamente los teléfonos móviles y están siempre conectados a las redes sociales. Una encuesta realizada por la firma de publicidad McCann asegura que más de la mitad de los menores de 22 años preferiría perder su sentido del olfato antes que su portátil o su smartphone.
Ahorrar ante un futuro incierto
Con este perfil general parece difícil imaginar a un millennial interesado por algo más que su móvil. Pero si se entra en matices se descubren inquietudes mucho más profundas en estos jóvenes. Por ejemplo, el informe Los millennials y el seguro en España elaborado recientemente por Fundación MAPFRE, revela una honda preocupación por el futuro: el 85% no confía en el sistema público de pensiones y más de la mitad tiene pensado ahorrar para complementar la pensión que reciba del Estado.
Ante esta visión, es lógico que los millennials estén predispuestos a ahorrar en el futuro, p or mucho que en el presente sus preocupaciones parezcan más livianas. No obstante, según el informe de Fundación MAPFRE, esta generación desconoce en gran medida las alternativas que ofrece el sector asegurador para canalizar ese ahorro que consideran tannecesario. A diferencia de otros países de nuestro entorno, desconocen cómo funcionan los
productos con los que cuenta el sector, como son los de seguros de vida y los planes de pensiones. De hecho, cuando una persona menor de 30 años cuenta a sus conocidos que tiene un plan de pensiones, suele ser objeto de bromas.



16Ene, 2017
La ansiedad versus el ahorro: por qué tendemos a gastar todo
Varios estudios académicos se preguntaron por las razones que llevan a consumir antes que a resguardar dinero; sin embargo, hay situaciones en las que se privilegia el tiempo futuro
Se vienen las vacaciones y la familia se reúne para tomar una decisión trascendental. La plata alcanza para veranear unos 10 días en enero. La alternativa es esperar a febrero, que tiene precios más accesibles, y disfrutar de 15 días. La familia quiere salir ya de vacaciones, pero cinco días son cinco días. ¿Conviene esperar o irse ya?
Durante casi 200 años, los economistas se preocuparon por entender estas cuestiones que esconden la preferencia temporal de la gente. ¿Cuánto nos cuesta dejar de consumir hoy para hacerlo en el futuro? ¿Existe algún pago monetario que compense la espera? ¿Cuánto es ese valor?
Todos sentimos que guardar para el futuro involucra algún esfuerzo. «No sé lo que quiero, pero lo quiero ya» cantaba Luca Prodan, el líder de Sumo. Si es cierto que «el ahorro es la base de la fortuna», según el refrán que populariza la idea de Adam Smith y la Riqueza de las naciones, entonces ese esfuerzo será recompensado con crecimiento futuro.
¿Por qué ahorrar cuesta tanto? En un comienzo, los teóricos intentaron explicar el fenómeno con herramientas económicas, pero también psicológicas y sociológicas. Tenemos una compulsión «natural» al consumo inmediato, que se activa cuando nos cruzamos con esa remera que tiene bordada la frase justa o que tiene pegada la foto del personaje que nos identifica. Además, la vida humana es finita y preferimos consumir «antes de que se acabe el mundo». Por otro lado, el ahorro te puede salvar en caso de un accidente inesperado o una enfermedad grave que requieran fondos extras. Y no olvidemos la herencia: si Richard Dawkins tiene razón y los humanos somos sólo máquinas para hacer perdurar a nuestros genes, legar a nuestros familiares puede ameritar el esfuerzo.
Estas son razones teóricas, pero en la práctica el costo del ahorro (o el beneficio del consumo inmediato) es evidente: si ahorro me pagan plata, si pido prestado debo pagar yo. Lo que se preguntaron los economistas es si esta tasa de interés «de mercado» se asemeja a la tasa de descuento detrás de nuestra preferencia temporal. En Estados Unidos un plazo fijo rinde no más de 3% anual y ese es el valor que el mercado paga por ahorrar. ¿Pero es este valor igual a la preferencia temporal? Los modelos tradicionales asumen tasas de descuento que no difieren mucho de la tasa de mercado, y por una muy buena razón: si la gente tuviera un descuento muy alto, no ahorraría nada, y con un descuento demasiado bajo, casi nadie consumiría. Los números deberían parecerse, pero veamos qué dicen las investigaciones.
Desde fines de los 70 se llevaron a cabo no menos de 50 estudios para estimar el descuento temporal. Y hubo una enorme variabilidad de resultados. Las tasas de descuento van desde valores negativos hasta infinito y mucho depende del consumo de qué cosa estemos hablando.
Un valor negativo significa que a veces preferimos el futuro al presente, como cuando nos preguntan si preferimos un beso de nuestra estrella favorita esta noche o en unos días. La gente elige esperar y prepararse. También disfrutamos de lo que viene: muchos consideran que el viernes es mejor que el domingo, porque da placer anticipar el fin de semana. Los valores infinitos, en cambio, indican que el consumo es ahora o nunca, y que no hay pago que me compense esperar ni un minuto para gastar. Las adicciones son casos de descuento infinito.
Pese a que las estrategias y técnicas de medición mejoran con el tiempo, los resultados no se aproximan a una tasa de descuento única. El único patrón que emerge es que en varios estudios la preferencia temporal es bastante mayor que la tasa de mercado. Uno de ellos compara la decisión de comprar un electrodoméstico caro que ahorra energía frente a uno más barato, pero que gasta más por mes. La relación entre los precios y el gasto mensual del aparato permite estimar el descuento temporal. Los descuentos calculados van desde 20% anual para acondicionadores de aire hasta 300% en heladeras. Definitivamente, muy lejos de lo que el mercado paga (neto de inflación) por un plazo fijo o incluso por las Lebac.
Un experimento natural permitió un cálculo más realista. Unos 60.000 militares estadounidenses fueron retirados y se les ofreció US$ 22.000 hoy, o bien una renta mensual de US$ 3700 por 18 años. Más del 90% eligió la primera opción, pese a que la segunda implicaba una ganancia segura de 17,5% anual, mucho más que el rendimiento de cualquier inversión.
El disgusto por el ahorro se lo debemos en parte a la evolución. Los experimentos con otras especies indican que, cuanto más alejados del sapiens, mayor es el descuento. Un chimpancé es más ansioso que un humano, y una paloma, muchísimo más.
La madurez también afecta las actitudes frente al ahorro: los niños son especialmente intolerantes con los padres cuando tienen que esperar, aun si la recompensa es grande. Un experimento de la Universidad de Stanford, en 1960, ponía a niños de 4 a 6 años en la difícil situación de comer una exquisita golosina ahora o mirarla durante 15 minutos y luego comerse dos. Sólo un tercio aguantó y llegó al final de la cruel espera. Y esa ansiedad implica que la mayoría de estos chicos exigiría, para demorar el consumo de un chocolatín por un año, unos 35.000 chocolatines adicionales.
Pese a que la edad nos vuelve más precavidos, la naturaleza dejó su rastro en nuestro cerebro y las tentaciones nos siguen jugando malas pasadas. No seremos Homero Simpson, que cambió un barril de cerveza por la renuncia al plan dental para su familia, pero tenemos lo nuestro: siempre gastamos más de lo pensado cuando vamos al shopping o al supermercado. Por suerte, el sistema previsional tomó nota de nuestra falta de control y nos obliga a aportar para nuestra jubilación.
¿Hay algo peor que compartir equipo de fútbol con un tronco? Sí, que el tronco crea que juega bien y pida la pelota. Nuestro problema no es sólo que ahorramos poco, sino que además creemos que en el futuro seremos diferentes, más precavidos. Esta es una falla particularmente importante, porque implica que nuestros planes de ser austeros en el futuro no se cumplen muy a menudo. Tenemos una tendencia natural a creer que el día de mañana seremos más racionales que hoy, y por lo tanto nuestra planificación del futuro será, casi con seguridad, fallida.
Afortunadamente, nuestro cerebro nos permitió elaborar técnicas originales para evitar tentaciones. Candados en la heladera, obligar al mozo a llevarse la panera y dejar la tarjeta de crédito en casa son estrategias para limitar la codicia gastadora. En temas más serios, esta ansiedad puede ser muy contraproducente. El cambio climático, por ejemplo, se debe casi con seguridad a un desproporcionado aprecio por lo inmediato, olvidando los derechos de las generaciones futuras.
El autor es docente e investigador de la Universidad de Buenos Aires (UBA) La Nación
11Ene, 2017
Algún día serás viejo y no podrás trabajar. ¿Has pensado en cómo vas a sobrevivir?
Basta con revisar las noticias sobre economía, la carencia de empleo y los malos hábitos de consumo para saber que nuestro futuro como adultos mayores estará muy, muy difícil.
Anticípate a esos escenarios leyendo este artículo
- La situación económica se torna cada día más compleja, los niveles de inflación no paran, obtener un trabajo y conservarlo es todo un milagro. Más y más jóvenes se incorporan a la vida productiva con salarios más bajos y con prestaciones mínimas, lo que provoca que la gente mayor sea pronto desplazada. Esto pasa. Está pasando.Con todo este panorama, para quienes vivimos en Latinoamérica -si no es que en todo el mundo-, cada año que pasa podemos ver que nuestro futuro no será nada fácil en cuanto a la manera de subsistir en la vejez, tras el retiro o la jubilación.Ante esta situación, es un grave error continuar pensando que siendo mayor de 60 años:
Podrás vivir con la pensión…
…que el gobierno o la seguridad pública te proporcionen. Esa es una mentira, y si no me crees, pregunta a quienes hoy la están recibiendo qué tal les va. Además, si ya de por sí es raquítica la suma que se recibe, imagina que para tener una debiste de haber trabajado muchos años en una empresa o cualquier otra fuente de trabajo; por si fuera poco, si en tu empleo no tienes este beneficio, la cosa se pone todavía más difícil.
Podrás seguir trabajando y sostenerte solo
¿Sabías que más de la mitad de los pensionados se ve obligado a seguir trabajando para poder cubrir sus necesidades? Así es, pero con sueldos muy bajos y sin prestaciones además. ¿Qué va a suceder si no consigues empleo o no estás en condiciones físicas para hacerlo?
Que tus hijos te mantendrán
Esa opción hay que descartarla de raíz, porque si bien es cierto que todavía en Latinoamérica la unión familiar y las tradiciones han perdurado y los hijos cuidan de los padres mayores en lugar de mandarlos a asilos, la tendencia está cambiando, pues esos hijos ahora también son padres y la vida no les alcanza para sostener sus propios gastos familiares.
Mi padre solía decir: «Un padre puede sostener a cien hijos y cien hijos no pueden sostener a un padre», y es cierto. ¿Sabes por qué? ¡Porque esos hijos están sosteniendo a sus propios hijos! Es la ley de la vida, así de simple. Se agradece mucho que un hijo cuide de sus padres, viejos o enfermos, pero pregúntate: ¿vas a dejar que simplemente te mantenga y de este modo hacer sus cargas más pesadas de lo que ya lo son?
Ayúdate a ti mismo desde hoy. No seas una carga cuando todavía puedes hacer mucho por ti mismo en el presente.
Que no vas a vivir mucho tiempo
Nadie sabe cuánto vivirá y bajo qué condiciones. Por consiguiente, suponer que viviremos mucho tiempo rebosantes de salud y energía puede ser tan peligroso como suponer que moriremos pronto, sin sufrimiento y sin generar gastos extras.
Prepara tus finanzas como si fueras padre de pequeños para siempre. Por cierto, pagar un servicio funerario por adelantado no es mala idea.
Que no habrá enfermedades
¿Estás seguro? Y dime, ¿cómo está tu salud hoy? ¿Te mantienes en tu peso? Nadie sabe cuándo caeremos en cama o por cuánto tiempo padeceremos alguna enfermedad o la padecerán los seres que amamos, así que organiza tu dinero como si fueras a pagar una cirugía de emergencia cada mes. Una buena recomendación es: comienza a comer mejor y a hacer ejercicio hoy.
Ahora, si con la anterior información he logrado espantarte por lo menos un poco, te interesará saber que hoy mismo puedes poner en práctica estas recomendaciones y hacer que ese futuro no sea tan terrible en la parte económica.
Cada peso cuenta
«Quien sabe cuidar los centavos, no tendrá que cuidar sus pesos», dice el refrán. Lleva un control preciso de tus gastos y revisa cómo es tu manera de gastar, en qué se te va el dinero y toma conciencia del recurso que se escapa. Esas fugas son los mejores puntos para ahorrar.
Dos cabezas son mejor que una…
…y en el caso de salarios, pasa lo mismo. Si estás casado y ambos trabajan, ¡qué bueno! Pero ahora imagina si se pierde uno de esos empleos, todo se complica, ¿cierto? Por consiguiente, hoy es imperativo que podamos tener un ingreso alterno a nuestro empleo regular. Un negocio, un segundo empleo, algo que te dé una entrada extra. No te confíes a que hoy ganas bien y que así será por siempre.
Ahorro, ahorro, ahorro
No hay de otra, ahorrar en recursos, ahorrar en ingresos, ahorrar de la manera que quieras, pero ahorra. Si logras ahorrar 10 por ciento de tus ingresos mensuales, tu vejez será un poco más cómoda y tranquila.
Eviten el divorcio, ¡en serio!
En un divorcio se pierde más de lo que se gana. Piensa que es mejor y más fácil trabajar juntos, arreglar las diferencias y seguir intentándolo a terminar con todo, acabar con el patrimonio familiar para pagar abogados, quedarse en bancarrota y encima de todo, solo.
La vida familiar y el matrimonio son una buena inversión.
Seguros de vida
Mi suegro murió repentinamente, no alcanzó a lograr una pensión para mi suegra y ella vive gracias a la buena administración que ha tenido del seguro de vida que él le dejó. En la medida de lo posible, contempla la posibilidad de adquirir uno.
Seguro de Retiro
Hace unos años todavía se pensaba que las inversiones eran solamente para gente rica o que requerían fuertes capitales, pero en la actualidad hay más facilidades de poderlo hacer y aumentar nuestro capital para el retiro.
Llegar a viejo y poder retirarnos de esta vida dejando nuestros asuntos en orden, es uno de los mejores regalos de amor que podemos hacer por los nuestros. Toma decisiones hoy que ayuden a tu futuro.
- Fuente: familias.com
- APORTE : Martín Monzón