Expectativas y experiencias, nos trasladan una imagen viva del colectivo de jubilados y de las personas próximas a esta situación laboral.

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Cierto optimismo, ganas de disfrutar y una actitud proactiva respecto a la previsión, se enfrentan a hechos como la mayor esperanza de vida y a la preocupación por las siguientes generaciones.

 

En Argentina están accediendo a la jubilación las mujeres nacidas en 1956 y hombres en  1951 y en una década lo harán los llamados hijos del «baby boom» de los años 60, y es en ellos, en los que de manera más evidente hacen mella las preocupaciones que desde los ámbitos político y económico se vierten sobre la sostenibilidad de las prestaciones económicas que, en menor o mayor cuantía, reciben los trabajadores desde 1949 en nuestro país.

Con anterioridad existían seguros que amparaban diversas contingencias y estaban basados, como su desarrollo posterior, en las medidas que el canciller Otto von Bismark instauró en Alemania en 1884 con el nombre de seguro social para la vejez, una iniciativa que conceptualmente se culminaría en 1942 cuando el economista y político británico, William H. Beveridge, propuso sus planes sociales avanzados y acuñó el término de «estado del bienestar».

En el año 1949 en la presidencia de Perón, siguiendo una tendencia mundial se reforma la Constitución a favor de la clase trabajadora y se crea el derecho a lajubilación. En su Art 37 que era muy extenso, bajo la denominación «derechos especiales» estaban dividos en 4 grupos: Derechos del Trabajador, Familia, Ancianidad y Educación/Cultura.

En 1955 el gobierno militar anuló esa reforma y volvió a la Constitución anterior, pero eran tan fuertes los «Derechos especiales» que ya se habían instaurado en la sociedad que hubo que agregar un artículo a la Constitución Nacional el (14 bis) consagrando las conquistas de los trabajadores, que ya no podían ser ignoradas por el Estado, entre ellos la Jubilación.

En 1993 nació la  jubilación privada en la Argentina, durante la primera presidencia de Carlos Menem, se sancionó la ley 24.241, que estableció el desdoblamiento del sistema de jubilaciones y pensiones.

Así, la reforma del sistema en la Argentina, que tiene como antecedente la implementada en 1981 en Chile, forma parte de los cambios centrales de política económica instrumentados en la década del 90.

Instauró el Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones (SIJO), que incluye al de reparto tradicionalmente en manos del Estado y el de capitalización. Nació, entonces, un sistema de ahorro individual de aportes, con inversión de los fondos en el mercado de capitales y administrado por empresasprivadas, bajo la forma de Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP).

En 2008 la ley 26.425, estatiza el sistema provisional y pone fin a las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP).

La norma, implicó una extraordinaria transferencia de 74.000 millones de pesos a manos del gobierno de Cristina Kirchner.

Además de la fabulosa cifra en poder de las administradoras privadas, la desaparición del sistema de capitalización también le reportó a la Casa Rosada un flujo anual de 15.000 millones de pesos, que son los aportes que recibían las AFJP de sus afiliados.

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Recomiendan el ahorro 

 

 

Un estudio realizado sobre datos aportados por 1.200 encuestas realizadas a personas ya jubiladas o próximas a la edad de jubilación, nos ofrece una imagen fiel de cómo viven esta etapa de la vida, así como de las actitudes de previsión y de las expectativas de los futuros jubilados.

Así, aunque el 55% estima que la jubilación está siendo como la esperaban e incluso el 25% la juzga mejor, sorprende que la mayor preocupación de este grupo y de los próximos a incorporarse a él, sea el futuro económico de sus hijos y que 6 de cada 10 personas aún activas piensen que su vida de jubilados será peor de la que tienen actualmente.

De estas preocupaciones se desprende una actitud que comparten el 59%: recomendará a sus hijos que ahorren y sean previsores para llegar a su edad en mejores condiciones, con un plan de capitalización a través de un seguro de vida, uno de pensión privado u otro producto financiero que complemente su jubilación.

Una actitud que se explica por la actual coyuntura económica, pero también porque el 55% de los encuestados considera que sus posibilidades de ahorro fueron desconocidas o bajas, razón por la que el 39% de los ya jubilados y el 36% de los aún activos nunca han contratado ningún producto específico para equilibrar sus ingresos durante la jubilación.

Sólo el 13% de ellos manifestó haber podido ahorrar con facilidad.

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Escasa información

Las recomendaciones que ambos colectivos manifiestan trasladar a sus hijos contrasta con la despreocupación que se desprende del hecho de que 7 de cada 10 ciudadanos, entre los 50 y los 64 años, nunca ha realizado una consulta sobre la cuantía de su futura pensión pública. Esta desinformación influye en el bajo nivel de ahorro previsor. Sin embargo, entre los que aún se encuentran activos el 24% ha contratado un plan de pensiones o un seguro a largo plazo, porcentaje que desciende 5 puntos entre los ya jubilados. De todos ellos, el 72% se muestra satisfecho de haber tomado esa decisión.

Es curioso que la actitud respecto al dinero añadido a su jubilación de los que tomaron la decisión de ahorrar sea que solamente el 30% tiene previsto destinar ese dinero a complementar su jubilación, frente al 28% que manifiesta no tener necesidad de utilizar esos ahorros y los mantendrá intactos para hacer frente a necesidades inesperadas.

Previsión frente a la dependencia  

En la actualidad no es precisamente inesperado que los argentinos sobrepasen los 80 años. La vida media alcanza los 82,98 años y se distribuye en 85,71 años paralas mujeres y 80,17 para los hombres, según datos no oficiales de 2014.

Por esta razón la llamada «cuarta edad» (personas mayores de 80 años) estará representada en 2021 por más de 2.000.000 personas, según proyecciones estadísticas.

De la “cuarta edad” al colectivo de jubilados y candidatos a serlo no les apetece particularmente hablar, precisamente porque se identifica con la edad de la dependencia y entre sus principales preocupaciones está la de “no ser una carga para sus hijos”.

En este punto es donde haber sido previsor y contratado un plan de pensiones adquiere para el 75% de ellos toda su importancia: esperan poder utilizar estos recursos para contar con una solución distinta a la de depender de los hijos.

El 80% de los jubilados y el 75% de los ciudadanos laboralmente activos se muestran convencidos de la previsión económica (ya sea en planes de pensiones u otros productos financieros) es imprescindible para hacer frente a futuras situaciones de dependencia.

Este convencimiento se basa en la longevidad actual unida a los cambios socioeconómicos en los que está inmersa la sociedad contemporánea.

Los cambios de hábitos, observables en ámbitos distintos como la alimentación, el deporte o la salud, conllevan también cambios en la gestión económica de los particulares.

A la importancia que los productos aseguradores ya tienen en la vida cotidiana de los ciudadanos en aspectos como el hogar, el transporte o la salud, se une cada día con mayor pujanza la previsión económica para abordar un periodo de la vida en el que, libres de obligaciones impuestas, las personas puedan disfrutar de lo que han creado en sus años de trabajo.

Se impone un nuevo estilo de vida guiado por las actitudes de previsión que aseguren la autonomía personal.

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Hoy contamos con un excelente instrumento de capitalización.

 ¿ Sabía Ud. que puede comenzar  con un aporte mensual de solo $ 1.000 o USD 60 ?

 Fuente: La Fundación – Clarín – Cronista Comercial – Anses – The Economist

 

 

 

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